PRESENTACIÓN BLOQUE 4
VIDEOS DE MEMORIA DE ESPAÑA CORRESPONDIENTES AL BLOQUE
"La nueva España de los primeros Borbones: Felipe V"
"Carlos III: luces y sombras del reformismo ilustrado"
APUNTES DEL BLOQUE
I.
La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht.
II.
Reformas en la organización del estado. La
monarquía centralista
III.
La Ilustración. La práctica del Despotismo
Ilustrado: Carlos III.
IV.
La política borbónica en América.
La entronización
de la dinastía de los Borbones en España coincide con un serio proyecto de modernización y reforma de nuestro país
que superara el atraso de la Época de los Austrias Menores. De hecho, España
vivió un período de expansión
demográfica y económica y la administración se racionalizó. El nivel más
alto de racionalización se alcanzó con el Despotismo
Ilustrado de Carlos III en la segunda mitad del siglo.
Por otro lado, los
Borbones impusieron un modelo administrativo centralizado que chocó con la tradición descentralizada de los
reinos hispánicos.
I.
La Guerra de Sucesión y el Sistema de Utrecht.
Esta guerra
(1701-1713) se inició por el problema de sucesión de Carlos II de España. Este
rey murió sin descendencia y en su testamento (1700) legó todos sus reinos a Felipe de Anjou, nieto de Luis XIV, con
la condición de que no dividiera los dominios españoles (era el mejor candidato
para eso). El otro candidato, Carlos de
Habsburgo, no aceptó el testamento e inició la guerra contra Felipe V.
La Guerra de
Sucesión tuvo dos vertientes:
• Como guerra europea fue un enfrentamiento
para obtener la hegemonía europea. Luis XIV y Felipe V tuvieron que enfrentarse
a la coalición formada por Austria, Saboya, Holanda e Inglaterra.
• Como guerra civil fue un enfrentamiento
entre Castilla (partidaria de Felipe V) y la Corona de Aragón (partidaria de
Carlos de Habsburgo).
La Guerra fue
larga e indecisa, pero en 1711 Carlos de Habsburgo se convirtió en emperador de
Austria. Inglaterra, contraria a cualquier hegemonía europea, forzó la paz. Asimismo,
en 1714, Felipe V conquistó Barcelona de modo que la Corona de Aragón se
rindió.
El Tratado de
Utrecht (1713) puso fin a la guerra y estableció el fin de las hegemonías y el
principio del Equilibrio Europeo:
• Felipe V (1700-1746) fue reconocido rey
de España, pero Luis XIV tuvo que renunciar a unir España y Francia.
• Austria se anexionó la mayor parte de
los territorios españoles en Italia y los Países Bajos.
• Inglaterra se anexionó Gibraltar y
Menorca, pero sobre todo, obtuvo ventajas comerciales: Navío de Permiso y
Asiento de Negros.
• La Monarquía Española fue la gran
perdedora pues perdió todos sus dominios europeos (no se respetó el testamento
de Carlos II). Por ello, España no aceptó esta parte del tratado, además Isabel
de Farnesio, segunda esposa de Felipe V, quería recuperar los antiguos dominios
italianos para dotar a sus hijos. Esto dio lugar al Revisionismo en Italia
entre 1720-1730.
La incapacidad de
recuperar los territorios italianos llevó a España a los Pactos de Familia, tratados de alianza con Francia (entre las dos
ramas de la familia de los Borbones). Hay que aclarar que no eran alianzas
incondicionales, sino que en ellos España velaba en ellas por sus intereses
igual que Francia por los suyos.
En los dos
primeros Pactos de Familia (Guerra de Sucesión de Polonia-1733; y Guerra de Sucesión
de Austria- 1743), Felipe V luchó con Francia contra Austria y recuperó los dominios italianos (Reino
de Dos Sicilias y Ducados de Parma y Guastalla). Éstos no se unieron a España,
pero fueron concedidos a los hijos de Isabel de Farnesio (futuro Carlos III).
Durante el reinado
de Fernando VI (1746-1759), España
mantuvo una situación de neutralidad
Sin embargo, en
cuanto Carlos III subió al trono
1759-1788) reanudó el III Pacto de
Familia. Este arrastró a España a la Guerra de los Siete Años (1756-1763)
al lado de Francia. Ahora el enemigo era Inglaterra. Carlos III intentaba así
recuperar Gibraltar, Menoría. Además Inglaterra desafiaba el monopolio
comercial español con América. Este pacto no tuvo éxito en la Guerra de los
Siete Años, pero sí en la Guerra de Independencia de las Colonias Americanas
(1776-1783). En ella, España recuperó Menorca y La Florida.
II.
Reformas en la organización del estado. La monarquía centralista
Los Borbones
introdujeron en España los modelos administrativos franceses, esto significaba
que la administración tendería a ser más
racional, eficaz y centralista. Este último aspecto era el más complejo,
pues la tradición de los Austrias era la de la pervivencia de múltiples
administraciones descentralizadas (especialmente en la Corona de Aragón).
Los Decretos de Nueva Planta (1707-1714)
fueron el principal medio de centralizar la administración. Felipe V aprovechó
la “traición” de la Corona de Aragón para abolir sus fueros y cortes y reducir
estos territorios a las leyes castellanas. De hecho, la Corona de Aragón no
apoyó a Felipe V precisamente pues temía la actitud centralista de los
Borbones.
Tras los Decretos
de Nueva Planta ya sólo quedaban Navarra y los territorios vascos con fueros
propios.
La racionalización
de la administración central significó eliminar el antiguo sistema de Consejos
de los Austrias. El único que se mantuvo fue el Consejo de Castilla que se convirtió en una especie de “Ministerio
de Gobernación o del Interior”. Las Secretarías
de Estado y de Despacho sustituyeron al resto de los Consejos. Estas
secretarías eran similares a los actuales ministerios, pues al frente de éstas
se situaba un secretario que despachaba directamente con el rey (Secretarías de Estado, Justicia, Hacienda,
Guerra, Marina e Indias).
Otro aspecto aún
más importante de la racionalización administrativa, esta vez, de la administración
territorial fue la creación de las Intendencias.
Las intendencias eran similares a las actuales provincias y los intendentes
tenían amplias funciones de justicia, policía, recaudación de impuestos,
reclutamiento de tropas, etc.
La reforma de la hacienda fue un aspecto
fundamental de la racionalización administrativa, pues permitió sanear las
cuentas del estado. En primer lugar, los gastos descendieron al finalizar las
costosas guerras en Flandes. Por otro lado, los ingresos subieron pues la
antigua recaudación indirecta de los arrendadores de impuestos fue sustituida
por la recaudación directa de los intendentes. Las reformas de la hacienda
también permitieron descargar a Castilla
de todo el peso fiscal, pues los Decretos de Nueva Planta extendieron esta
carga a la Corona de Aragón. El Catastro aplicado a Cataluña fue especialmente
racional y eficaz, pues reducía una serie de impuestos heterogéneos a una única
contribución que además gravaba la tierra.
Otros intentos
posteriores de mejorar la hacienda fracasaron, sin embargo, pues atentaban
contra los intereses de la nobleza y de la iglesia. Así hacia 1750, el Marqués de la Ensenada fracasó al
intentar extender el sistema del catastro
catalán al resto de los reinos de Fernando VI. Otro tanto ocurrió con los Vales Reales de época de Carlos III
(1780), que intentaron crear un sistema racional de deuda pública. La hacienda
abusó de la emisión de éstos provocando su inflación e invalidez.
III.
La Ilustración. La práctica del Despotismo Ilustrado: Carlos III
Entendemos por Ilustración el movimiento ideológico y
filosófico que pretendía convertir a la
razón (la ley natural) en el principio básico de toda actividad humana:
economía, sociedad, política, etc. La religión, la tradición o la superstición
eran consideradas como no racionales, y por tanto no podían ser las guías de la
sociedad. La Ilustración, se convertía así en un elemento de progreso y
modernización social sin precedentes que, a la larga, contribuiría a los
fenómenos revolucionarios del siglo XIX.
El Absolutismo era
considerado por los ilustrados como un sistema político no racional (ellos
proponían los principios de separación
de poderes, soberanía nacional, etc.), sin embargo, algunos soberanos
absolutos estaban al tanto de las ideas ilustradas y aceptaban muchas de ellas
como medio de racionalizar el gobierno, la economía y la sociedad. Estos reyes
son los representantes del Despotismo
Ilustrado. Por tanto, el Despotismo Ilustrado mantenía el Absolutismo
Político, es decir, todo el poder en manos del rey, pero con una práctica
política a favor del pueblo: “todo para
el pueblo, pero sin el pueblo”.
Aunque Felipe V y
Fernando VI racionalizaron la administración y el gobierno, quien realmente se
acercó al ideal de déspota ilustrado fue Carlos III, pues este rey impulsó
muchos proyectos de reformas, especialmente en el plano económico. Para ello se
ayudó de ilustrados que participaron en su administración (Conde de Aranda, Floridablanca, Jovellanos, Olavide) y apoyó las
actividades de las Sociedades Económicas
de Amigos del País. Por supuesto, muchas de estas medidas perjudicaban a la
nobleza y la Iglesia que mostraron su oposición y descontento en acciones como
el Motín de Esquilache (1766).
Entre las reformas
ilustradas de Carlos III tenemos que citar:
Reformas en la
Agricultura: el principal problema para el desarrollo de la
agricultura era el régimen de propiedad de la tierra, es decir, el desigual
reparto de ésta. Para aumentar la disponibilidad de tierras había que
desvincular y desamortizar una gran cantidad de tierras de “mano muerta”, es
decir, en manos de los mayorazgos, iglesia, y municipios (bienes de propios y
comunales). Esto era prácticamente imposible pues hubiera supuesto destruir las
bases del orden social estamental que sustentaba el Absolutismo. Las medidas
fueron, por tanto, más limitadas y muy poco eficaces. Así, Carlos III mandó
colonizar nuevas tierras en Sierra Morena (La Carolina, etc.) y fomentó un
nuevo proyecto de Ley Agraria (que
se retrasó hasta 1794).
Reformas en la
industria: las reformas en la industria y artesanía
tuvieron un alcance desigual. Por un lado se fomentaron la Manufacturas Reales
(como en Francia) (por ejemplo la real Fábrica de Tapices de San Fernando),
pero éstas sólo afectaban a productos de lujo. Más importantes fueron las
reformas en los astilleros que permitieron convertir a España en la tercera
potencia marítima después de Inglaterra y Francia.
Reformas en el
comercio: las reformas del comercio exterior fueron las
medidas económicas más efectivas de Carlos III. Durante todo el siglo XVIII se
produjo una tendencia a romper el monopolio sevillano-gaditano de comercio con
América. Ya con Felipe V se crearon compañías
comerciales privilegiadas que obtuvieron la concesión de comercio con zonas
de América concretas (por ejemplo la Compañía Guipuzcoana de Caracas); en 1735
se suprimió el sistema de flotas y entre 1765 y 1778 Carlos III decretó la
libertad de comercio con América para todos los súbditos de la Monarquía. La libertad de comercio (desde 1765) incentivó
el comercio con América, y liberalizó el comercio de granos abaratando los
alimentos. La liberalización fue ratificada
en 1778 con el Decreto de libre comercio con América.
Una de las
manifestaciones más espectaculares del Despotismo Ilustrado fue la de las Obras públicas. Carlos III fue conocido como el “mejor alcalde de
Madrid” por embellecer la capital y dotarla de alcantarillado, por otro lado,
fue importante su política caminera destinada a mejorar las vías de
comunicación interior. En esta línea hay que citar el Canal de Castilla. Se trata de una vía de comunicación que formaba
parte de una compleja red de canales que recorrería la Meseta Norte de norte a
sur (Palencia-Valladolid, etc.) mejorando el transporte en esta tradicional vía
de comercio con los puertos del Cantábrico. Hay que tener en cuenta que en el
siglo XVIII los países más avanzados como Inglaterra, estaban construyendo una
compleja red de canales. El proyecto fue elaborado en el reinado de Fernando VI
(se encargó al ingeniero Fernando de
Ulloa) y se inició en parte en 1753 (Canal de Campos) y la otra parte en
1758 (Canal del Norte). Las obras continuaron durante el reinado de Carlos III,
pero el ambicioso proyecto inicial no pudo ultimarse por falta de fondos. Los
efectos del Canal en el comercio y transporte no fueron los esperados.
IV.
La política borbónica en América
En el siglo XVIII
podemos hablar de una “segunda conquista
de América”. Tras la pérdida del control del comercio con América en el
siglo XVII, los Borbones racionalizaron la administración de América, fomentaron un desarrollo económico
diversificado, más allá que la explotación de metales preciosos.
En América, los
Borbones respetaron parte de administración de los Austrias (virreinatos,
audiencias, corregimientos) aunque la perfeccionaron. Así, aumentaron de dos a
cuatro el número de virreinatos
(Nueva España, Perú, Nueva Granada y El
Río de la Plata). Sin embargo, eliminaron el Consejo de Indias y la Casa de
Contratación. A partir de 1764 se extendieron las intendencias a América.
La reforma
administrativa de América permitía un control más estrecho de este territorio.
Esto encaja con el desarrollo de la economía colonial, especialmente en lo que
se refiere a la agricultura. Ciertos cultivos coloniales se fomentaron al
tiempo que se concedían las Compañías Privilegiadas (por ejemplo, el cacao de
Venezuela). América no sólo proveyó a España de materias primas baratas, sino
que fue un importante mercado para el hierro textiles españoles (a pesar del creciente
contrabando británico).
La liberalización
del comercio con América del que hemos hablado anteriormente también favoreció
estas actividades.
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